Este otoño-invierno hemos tenido dos fenómenos protagonistas meteorológicos. El Niño, que comienza a debilitarse y los calentamientos súbitos de la estratosfera.
El fenómeno de El Niño es bastante bien conocido por los meteorólogos y la comunidad de científicos que estudian el clima y el cambio climático. Sin embargo el calentamiento súbito de la estratosfera conocido por sus siglas en inglés SSW (Sudden Stratospheric Warming) no está tan bien estudiado ni caracterizado. Estos eventos pueden ser descritos como un calentamiento superior a los 30ºC en los niveles medios de la estratosfera (entre 30 y 50 km) de altura sobre las zonas polares, aunque realmente todavía no existe a día de hoy unos valores de referencia únicos que toda la comunidad a nivel mundial pueda usar.
Siguiendo con la analogía de El Niño, este se mide a través de las anomalías de la temperatura superficial del agua del mar en un área determinada del Pacífico, promediada cada tres meses. En función de ese valor se considera que estamos ante eventos Niño o Niña, débiles, moderados o fuertes. Al no existir una definición similar para los SSW, carecemos de una climatología que nos permita saber con que frecuencia se dan estos fenómenos y si estamos ante un aumento de su frecuencia de aparición debido al cambio climático. En todo caso se acepta que se hay al menos uno cada año, pero su magnitud e importancia difiere mucho de año a año.
Normalmente estos SSW se clasifican en mayores o menores en función de que además de ese calentamiento el vórtice polar cambie de sentido. Normalmente circula en contra de las agujas del reloj, pero cuando se dan estos calentamientos gira en dirección contraria. Esos calentamientos se producen por la llegada de perturbaciones desde las partes más bajas de la atmósfera (la troposfera en la que nosotros vivimos). Como las olas al llegar a una playa, estas perturbaciones que tienen forma de onda, rompen contra el vórtice y los inestabilizan, hasta lograr romperlo en dos o revertir su dirección. El que hemos sufrido este año, ha sido de los mayores.
La importancia de este fenómeno viene dada por sus consecuencias en la meteorología porque una vez debilitado deja escapar el aire muy frío que contiene y esto puede tener consecuencias diferentes y que no siempre afectan a los mismos lugares del hemisferio norte. En general lo que se espera es que el jet stream se vuelva más meridional, de forma que la posibilidad de que lleguen masas de aire muy frías en superficie a latitudes como la nuestra aumentan y eso podría explicar en parte los episodios de nieve un tanto tardíos que hemos tenido en la península Ibérica estas últimas semanas.
Además las borrascas tienen más oportunidades de tener desarrollos explosivos. De hecho el Klaus en el 2009 coincidió con uno de estos eventos. Seguramente esto puede explicar, al menos en parte, el encadenamiento de borrascas que sufrimos entre el 6 y el 14 de febrero, algunas de ellas muy activas.
Para los que queráis saber más de este tipo de fenómenos os recomiendo visitar el blog de Judah Cohen que es una de las personas del mundo que mejor conoce estos temas. En su última entrada nos informa que este año hemos tenido un evento SSW que puede ser de los mayores registrados en la historia.
En definitiva es algo a lo que los meteorólogos deberemos prestar más atención en el futuro puesto que nos permitirá hacer pronósticos a 10-15 días vista con algo más de seguridad y fundamento físico.
Saludos,
Juan Taboada
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Esta entrada fue modificada por última vez en jueves, 29 diciembre 2022 - 23:15 23:15
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